lunes, 21 de septiembre de 2009

Barreras de protección del organismo.

Teniendo en cuenta estos criterios de especificidad y localización, las barreras defensivas se reúnen en tres grupos:

    • Barreras físicas.

La piel: Es una superficie impermeable para la mayoría de los microorganismos gracias a la capa de queratina, que sufre continuas descamaciones actúa como barrera mecánica, excepto cuando se producen en ella heridas o quemaduras. Además, el sudor y las secreciones sebáceas crean un medio algo ácido donde no sobreviven los microorganismos.

Las secreciones mucosas: Que recubren las aberturas naturales (boca, ano, fosas nasales, vías respiratorias, urogenitales y digestivas).

Por otro lado, existen enzimas como la lisozima y la espermita, que tienen acción bactericida gracias a su acidez por lo que los microbios tienen grandes dificultades para prosperar.

La flora bacteriana de cada animal contribuye a la defensa del organismo pues segrega sustancias de tipo antibacterianas que impide el asentamiento de otros microorganismos patógenos o estableciendo competencia por los nutrientes.

Las defensas internas se activan si los microorganismos atraviesan las barreras naturales externas y penetran en los tejidos más profundos, produciendo la infección. Esta formada por:

    • Biomoléculas inactivadoras, como el sistema del complemento y ciertas citocinas, que reaccionan indiscriminadamente ante cualquier elemento extraño en el interior del cuerpo.

Las células responsables, los linfocitos, reaccionan ante ciertas sustancias extrañas, los antígenos, fabricando moléculas especializadas que solo neutralizan al antígeno iniciador, los anticuerpos. Esta repuesta tiene memoria, originando dos tipos de respuesta específica: la respuesta primaria, tras el primer contacto con el antígeno y la respuesta secundaria, tras un nuevo contacto con el antígeno, es más rápida e intensa que la primaria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario